LA MALDAD

Hola a todos,

Como he dicho otras ocasiones, la Apologética es parte de la Teología que más me gusta. Lastimosamente, leer sobre las razones por las que creemos, no es algo que a la gente le inquiete demasiado y no les gusta leer largos libros filosóficos.

Por tanto, he decidido colaborar desde este espacio. Cada cierto tiempo traeré a ustedes preguntas que todo el mundo se hace de una manera concisa, de manera que usted las pueda leer y tener a mano si las necesita.

Empezaré con preguntas acerca de la maldad y hoy les propongo dos con sus respectivas respuestas que vienen del libro “¿Quién creó a Dios?” donde una serie de autores responden a críticas preguntas que creo yo, todos los creyentes debemos saber las respuestas.

Comparto con ustedes las dos primeras sobre el tema de la maldad.

Dios los bendiga,

Andrés

¿CUÁL ES EL ORIGEN DE LA MALDAD?

Por: Ronald Rhodes

La creación original fue «muy buena» (Génesis 1:31). No había pecado, no existía la maldad, no había sufrimiento ni muerte. Hoy, en cambio, el mundo está sumido en el pecado, la maldad, el sufrimiento y la muerte. ¿Cómo se llegó a este estado? Las Escrituras enseñan que el descenso comenzó cuando Adán y Eva se aprovecharon del libre albedrío que Dios les había dado y le desobedecieron (d. Génesis 3).

Algunas personas se preguntan por qué Dios no podría haber creado al ser humano de manera tal que nunca hubiera podido pecar, no dando cabida así a la maldad. El hecho es que dicho escenario implicaría que no fuéramos verdaderamente humanos. No tendríamos la capacidad para tomar decisiones ni para amar libremente. Este escenario hubiera requerido la creación de robots capaces de actuar solo conforme a lo que estaban programados, como esas muñecas que hablan cuando halamos una cuerda y dicen: «Te amo» Y Paul Litde señala que con dicha muñeca «no habría insultos, jamás habría conflictos, ¡nadie diría ni haría nada que pudiera entristecerte! Pero, ¿quién querría vivir en ese estado? Tampoco existiría la posibilidad del amor. El amor es voluntario. Dios podría habernos hecho como robots, pero habríamos dejado de ser hombres. Aparentemente pensó que valía la pena correr el riesgo de creamos como nos creó»

El amor no puede programarse; debe expresarse libremente. Dios quería que Adán y toda la humanidad mostraran amor eligiendo libremente la obediencia. Por eso, Dios le dio a Adán y a todos los demás seres humanos el libre albedrío. Geisler tiene razón cuando dice que «el amor forzado es una violación; y Dios no es un violador divino. No hará nada que coaccione las decisiones de los hombres”. Una elección libre, sin embargo, deja abierta la posibilidad de una elección errónea. Como lo expresa J.B. Phillips: «La maldad es algo inherente al riesgo implícito en el don del libre albedrío».

En vista de los hechos bíblicos, podemos concluir que el plan de Dios tenía el potencial para la maldad cuando concedió la libertad de elección a los seres humanos, pero que el origen concreto de la maldad fue resultado de un hombre que se apartó de la voluntad de Dios y prefirió concentrarse en sus propios deseos egoístas. 16 Norman Geisler y Jeff Amanu, señalan: «Mientras que Dios creó el hecho de la libertad, son los humanos los que ejercen los actos de la libertad. Dios hizo posible el mal, las criaturas lo hicieron efectivo». Desde que  Adán y Eva hicieron efectiva la maldad, aquella primera vez en el Jardín de Edén, la naturaleza del pecado se ha transmitido a todo hombre y mujer (d. Romanos 5:12; 1 Corintios15:22), y es debido a la naturaleza pecaminosa que hoy continuamos ejerciendo nuestro libre albedrío para hacer efectiva  la maldad (d. Marcos 7:20-23).

Es más, los males naturales, como los terremotos, los tornados y las inundaciones, radican en el mal uso que damos a nuestro libre albedrío. No debemos olvidar que como vivimos en un mundo caído, estamos sujetos a desastres de la naturaleza que no habrían ocurrido si el hombre no se hubiera rebelado contra Dios en un principio (cf. Romanos 8:20-22).18 En el Jardín de Edén no había ni desastres naturales ni muerte hasta después del pecado de Adán y Eva (d. Génesis 1-3). No habrá desastres naturales ni muerte en el cielo nuevo y la tierra nueva, cuando Dios, de una vez por todas ponga fin a la maldad (d. Apocalipsis 21:4).19

¿QUÉ PROPÓSITO TIENE DIOS AL PERMITIR LA MALDAD?

A Dios no le sorprende que el ser humano se aproveche del libre albedrío que le dio y lo desobedezca. C.S. Lewis sugiere que Dios, en su omnisciencia, «vio que de un mundo de criaturas libres, aunque hubieran caído, podría hacer surgir… una felicidad más profunda y un esplendor más radiante que nunca hubiera sido posible en un mundo de autómatas». O, como bien puntualiza Geisler, el que cree en Dios no tiene que alegar que nuestro mundo presente sea el mejor de los mundos posibles, sino que es el mejor camino hacia el mejor mundo posible: «Si Dios ha de preservar la libertad y derrotar a la maldad, esta sería la mejor manera de hacerlo. La libertad se preserva en la medida de que cada persona determine libremente su destino. La maldad se vence en tanto que quienes rechazan a Dios son apartados de los demás, las decisiones de cada persona se convierten en permanentes. Quienes eligen a Dios serán confirmados y el pecado dejará de ser. Quienes rechazan a Dios están en cuarentena eterna y no podrán trastocar el mundo perfecto que se ha instaurado. Se habrá logrado el propósito final de un mundo perfecto con criaturas libres, si bien la manera de llegar a ese estado requerirá que aquellos que abusan de su libertad sean expulsados».

Un factor importante y crítico implícito en la sugerencia de que este no es el mejor de los mundos posibles pero es el mejor camino hacia el mejor de los mundos posibles es que Dios todavía no ha acabado su obra. Con demasiada frecuencia la gente cae en la trampa de creer que, como Dios todavía no ha acabado con la maldad, no está haciendo nada en absoluto. Mi viejo colega, Walter Martin, solía decir: «Ya leí el último capítulo del libro, y ¡ganamos!». Un día no habrá más maldad. El que la maldad todavía no haya sido liquidada no significa que jamás lo será.

En vista de estos factores, la existencia de la maldad en el mundo es compatible con la existencia de un Dios que es absolutamente Bueno y Todopoderoso. Podemos resumir los hechos de la siguiente manera:

  1. Si Dios es absolutamente Bueno, vencerá a la maldad.
  2. Si Dios es Todopoderoso, puede vencer a la maldad.
  3. La maldad todavía no ha sido derrotada.
  4. Por lo tanto, Dios puede y un día vencerá a la maldad.

Un día, en el futuro, Cristo regresará, despojará a los malvados de su poder, y todos los hombres y las mujeres deberán rendir cuentas de lo que hicieron durante su estadía en la Tierra (cf. Mateo 25:31-46; Apocalipsis 20: 11-15). La justicia al fin prevalecerá. Quienes lleguen a la eternidad, sin haber confiado en Jesucristo para su salvación, entenderán lo bien que Dios se encargó del problema de la maldad.

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